Mario Millán Medina
EL CONSEGUIDOR
Por el Profesor Enrique A. Piñeyro
Este chamamé, letra y música de Mario Millán Medina, hace referencia a un personaje que existió y él lo conoció en una oportunidad. Su nombre era BENITO ALBORNOZ, de origen muy humilde, quien al quedar huérfano de padres fue criado desde muy niño por unas hermanas de apellido GOROSITO que vivían en una chacra de su propiedad, en el paraje Crucecitas, departamento Nogoyá, provincia de Entre Ríos. Luego, ya joven, Benito recorría el pueblo cercano vendiendo huevos "caseros", gallinas, hortalizas varias, fruto del trabajo en la chacra de sus madres adoptivas. Todos los habitantes de la zona utilizaban en realidad el apodo de "GOROSITO", pues su nombre y apellido verdaderos eran desconocidos. Provenía indudablemente de quienes generosamente lo habían recogido y lo trataban como a un hijo.
En una oportunidad, un vendedor de Lotería de Entre Ríos, le ofrece un "entero" convenciéndolo que de esta manera se haría rico, saliendo de su pobreza. Benito compra el billete y sucede el milagro. Su número, elegido al azar, es premiado con la denominada "La Grande", máxima cantidad de dinero del sorteo. Transformándose desde ese día en un verdadero millonario. Esto ocurre en la década de 1950. Sus progenitoras sustitutas le ayudan a invertir el dinero y le compran un extenso campo en la zona y muy pronto inicia la compra de animales vacunos, transformándose en un ganadero de prestigio. Se erige en "patrón" y su generosidad era muy reconocida. Cada cierto tiempo organizaba en su "estancia" con musiqueada chamamecera y baile en la que el ya famoso "Gorosito" intentaba pre-seleccionar a la quien sería su futura esposa. El término utilizado era "conseguir la pretendienta". Quien tenía éxito en la conquista amorosa era un "conseguidor".
Millán Medina narra esta situación ya que en una oportunidad fue contratado por el ya famoso "Gorosito Albornoz", como cantor con su conjunto musical a uno de estos "bailes comprados". Así se denominaba porque "el dueño de casa era el comprador del baile", era quien pagaba a los músicos, toda la comida (asado y gustosos platos criollos del arte culinario correntino), la bebida en abundancia y asumía decisiones para elegir la "dama casadera". La numerosa concurrencia invitada, de toda la zona o "pagos" cercanos interpretaba aquella "musiqueada" como un genuino "festejo con chanzas". Esto incluía "chamamé con bastonero y con relaciones", "chamamé con premios", "concurso de zapateo chamamecero" y otras "licencias" (en la Castilla Antigua era: "La facultad o permiso para hacer una cosa / Abusiva libertad para decir u obrar". Diccionario de la Lengua Española. Real Academia Española, Madrid, 1970, 19° Edición). Artilugios que conforman actitudes propias de una idiosincrasia peculiar y campiriña del pasado correntino rural. Eran costumbres de "otros tiempos". El hecho ocurre en 1950, es decir más de 60 años atrás. Hoy todo esto ha cambiado y es historia olvidada. Millán Medina recopila, escribe la letra en versos, narra y canta en 3 minutos aquella historia donde confluyen personajes reales, usanzas añosas de las "conquistas amorosas y de apareamiento", de posibles "amoríos, romances y casorios". Todo esto conlleva la "chamameceada con festejos". Maneras de "ser y estar" que es producida por "obligaciones". Respetuoso comportamiento de "los damos con las damas" preparadas para "el encuentro o romance" al participar en la "musiqueada comprada". Eran solamente las ocasiones propuestas por el "patrón del lugar y del baile", como las "chanzas" que permitían ciertas "licencias".
De acuerdo con los versos de Millán Medina, Gorosito logra conseguir a una guaina. Los versos dicen..."Había en el pago una linda guaina/ a quien a ella nadie le apalabró/ y fue bailando este chamamé/ que Gorosito la conquistó..."/. Los asistentes persuadidos del hecho exclaman: "¡No tenés guaina Gorosito!". Y agregan luego una explicación breve "Mirá pues la que decía que no/ se va dormida en sus brazos/ rendida al Conseguidor...". Y finaliza el tema musical con la expresión de alegría o zapateo de Benito y la estrofa consigna: "Zapatea el que ha conseguido/ ella se zarandea muy despacito/ no falta ya quien le diga/ "¡no bailás nada Gorosito!".
Nota: "El conseguidor" fue inscripto en SADAIC el 24/12/1974.
Nota: "El conseguidor" fue inscripto en SADAIC el 24/12/1974.
EL CONSEGUIDOR (chamamé)
Letra y música: Mario Millán Medina
Cuando se toca este chamamé
hasta los viejos paran la oreja
y cuando empieza ya su compás
por sacar la dama se atropella.
El más bailado de todo el pago
porque le llaman "El Conseguidor",
al que no baila se lo lleva preso
y hablar la dama es obligación.
No se respeta al bastonero,
a la casada, ni a la soltera,
a toda se la apalabra
y se convencen hasta las viejas.
Zapatea el que ha conseguido,
se balancea muy despacito.
No falta ya quién le diga:
"¡No bailás nada, Gorosito!".
Cuando se toca este chamamé
se ruborizan algunas guainas,
y entre que bailan y que no bailan
van de "siñuelo" las veteranas.
Allá en el pago una guaina linda
que nunca a nadie lo aceptó
y bailando este chamamé
pues Gorosito la convenció.
"¡No tenés guaina, Gorosito!",
mirá la que decía que no...
se va bailando en tus brazos,
rendida al Conseguidor.
Zapatea el que ha conseguido,
se balancea muy despacito.
No falta ya quién le diga:
"¡No bailás nada, Gorosito!".
Cuando se toca este chamamé
hasta los viejos paran la oreja
y cuando empieza ya su compás
por sacar la dama se atropella.
El más bailado de todo el pago
porque le llaman "El Conseguidor",
al que no baila se lo lleva preso
y hablar la dama es obligación.
No se respeta al bastonero,
a la casada, ni a la soltera,
a toda se la apalabra
y se convencen hasta las viejas.
Zapatea el que ha conseguido,
se balancea muy despacito.
No falta ya quién le diga:
"¡No bailás nada, Gorosito!".
Cuando se toca este chamamé
se ruborizan algunas guainas,
y entre que bailan y que no bailan
van de "siñuelo" las veteranas.
Allá en el pago una guaina linda
que nunca a nadie lo aceptó
y bailando este chamamé
pues Gorosito la convenció.
"¡No tenés guaina, Gorosito!",
mirá la que decía que no...
se va bailando en tus brazos,
rendida al Conseguidor.
Zapatea el que ha conseguido,
se balancea muy despacito.
No falta ya quién le diga:
"¡No bailás nada, Gorosito!".
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