Dejamos aquí un artículo escrito por Ricardo Luis Acebal para la revista "Cuando el Pago se hace Canto", donde el eximio guitarrista Mateo Villalba cuenta cómo fue su breve paso como integrante del "Cuarteto Santa Ana" y sus visitas a la fiesta de "Cuando el Pago se hace Canto" de la ciudad entrerriana de La Paz.
Gracias "Mange" Casís.
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Pablo
MATEO VILLALBA
Por RICARDO LUIS ACEBAL
Hombre de Curuzú Cuatiá, Mateo conoce muy bien La Paz y a algunos paceños trascendentes como don Francisco Casís.
-Mateo, ¿vos trabajaste con él, lo conociste?
-No he tenido la suerte de tocar con Francisco. Con el "Pancho" nos hicimos amigos en Buenos Aires. Yo ya de pibe sabía quién era "Pancho" Casís. Imaginate esa hermosa historia de ser el bandoneonista del Cuarteto Santa Ana en un tiempo crucial del conjunto. Me he criado con esas imágenes. Hay una que es inolvidable. Cuando tenía 6 o 7 años llegó el Cuarteto a mi pueblo y fue a actuar al club "Curuzú", que cuidaba mi viejo. Recuerdo que llegaron Montiel, Casís, Pedro de Ciervi, creo, y no me acuerdo el cuarto. Ahí conocí al "Pancho". Cuando yo ya estaba radicado en Buenos Aires, él ya era una persona grande, ya era alguien que "venía de vuelta". Lo ví actuar con un conjunto que formó con Carlitos Serial y el "Negro" Verón, y entonces pude compartirlo un poco haciendo música. Lo disfruté más al "Pancho" cuando iba a la sociedad de autores (SADAIC) todos los meses a cobrar sus derechos y su jubilación. Ahí me visitaba y charlábamos.
-¿Y qué secreto que no sepamos acerca de don Ernesto Montiel te ha contado don Casís?
-Fundamentalmente cómo incidió el paso de él por el cuarteto. No olvidemos que "Pancho" venía casi del mundo tanguero. Con eso quiero decir que era un bandoneonista que dominaba mucho el instrumento. Ese es un beneficio que le dá el tango al músico. El bandoneón es el instrumento fundamental del tango. "Pancho" me contaba que a Montiel le costaba mucho armar determinadas piezas. Las piezas chamameceras "clásicas" vienen del tono mayor. Es el tono preferido. Llegó Casís mostrándole a Montiel los tonos "menores", dándole ejemplos de piezas que se podían tocar y de qué forma. ¡Cómo influyó "Pancho"!. Porque el Cuarteto Santa Ana si en algo se caracterizó es por los tonos menores.
-Hagámoslo fácil para quienes no entienden de tonos "mayores" y "menores". ¿Qué significan, más brillo, menos brillo? Comparándolo con otros conjuntos, ¿cómo definirías al sonido del Santa Ana?.
-Para que todos se ubiquen, hay un chamamé casi fundamental que es "Kilómetro 11". Está en tono mayor. Casi te diría que el tono mayor es el preferido por esta música que tiene tanto espíritu, tanta garra. Con más razón si tenemos en cuenta a los bailarines, a los zapateadores. Inspira mucho al bailarín el tono mayor. El tono menor es más apropiado para "decir cosas". Te voy a nombrar un tema en tono menor: "Lunita de Taragüi" (Cuando pienso en mi Corrientes, lamento no estar allí...). Otro: "Volver en guitarra", de Galarza. Los dos están en tonos menores, tonos para contar, para decir...
-¿"Estancia San Blas"?
-Está en tono mayor. Es un tema bien arrabalero, como que va levantando polvareda. El tono menor tiene una particularidad además: el ser muy dulce. Se presta mucho para el decir romántico.
-¿Y vos decís que ese es el aporte "tanguero" al chamamé?
-No sé si esa es la parte más tanguera que se aportó al chamamé. Pero sí que Casís le mostró a Montiel que el tono menor se puede aprovechar tanto como el mayor.
-¿Y eso no le había pasado ya antes a Montiel con Isaco Abitbol, en lo que respecta al aporte "tanguero"?
-Sí. Pero Isaco era un hombre del chamamé. Cuando se iba a los tonos menores (tiene obras fundamentales en tono menor como "General Madariaga" y "Tita") demostraba la importancia del conocimiento adquirido con el estudio. Tanto Isaco como "Pancho" estudiaron. "Pancho" quizás más que Isaco. Montiel era puro, era una piedra que había que pulir. Yo siempre digo que el fruto, la gran obra que ha dejado el Cuarteto Santa Ana, se debe a todos los que pasaron por el cuarteto. No lo ha hecho solo Montiel. Cada uno que se arrimó al Cuarteto hizo su aporte.
-¿Y cómo se arrimaban e incorporaban? ¿Cómo elegía Montiel a los nuevos integrantes?
-Había una primera condición para que Montiel te eligiera como instrumentista. Tenías que tener un buen dominio sobre el instrumento. Si te elegía como cantor tenías que adaptarte al estilo que alguna vez inauguraron De Ciervi, Luján, Galarza...Toda esa gran escuela que dejaron ellos le dio una "marca" al Cuarteto. Todos los que se incorporaron de esta gente no es que tuvieron que cantar "mejor" o "peor", tuvieron que parecerse, seguir el estilo.
-Vos definiste a Montiel como alguien "natural", una piedra a la que había que pulir. A mí, sin embargo, siempre me dejó la impresión de que entre los grandes del chamamé era "el más musical", el que aportaba más elementos de los que se han formado musicalmente.
-Vos sabés que hace un rato estuve con un amigo hablando del tema del "fuego interior" de los artistas. Que sin tener ese fuego es imposible caminar en este mundo del arte. Lo de Montiel fue un fenómeno. Yo creo que ni él mismo sabía lo que quería o si sabía, no lo podía transmitir.
-A lo mejor era mucho lo que quería y por eso buscaba acompañarse con los músicos que eligió...
-Por eso te digo que fundamentalmente toda la gran figura musical Cuarteto Santa Ana la logró no solamente Montiel, sino toda la gente que él ha tenido la suerte de tener al lado.
-¿Cómo fue tu participación en el Cuarteto?
-Yo vine a Buenos Aires en 1969 a "hacer la colimba". Me tocó Marina. ¡Una suerte el tipo, le tocó Marina! (reflexiona y ríe). Cuando salí de baja, sabía que Buenos Aires era el lugar donde debía estar, por esto de estudiar música y fundamentalmente guitarra. En una ocasión me volví a Curuzú para oxigenarme, para darme fuerza y también para hacerme de algunos fondos para poder meterle a la aventura de mudarme a Buenos Aires, donde no tenía a nadie, absolutamente a nadie. Para eso integré un grupito con el que tocaba en los bailes. Recuerdo que una noche se hizo un baile muy importante, organizado por locutores, para celebrar que tres locutores de mi pueblo, en ese año 1971 habían batido un récord de permanencia en micrófono. Uno de esos locutores era Durazeck, otro Luis Torres y el otro creo que era Jorguito Méndez, todos de Curuzú. Se realizó entonces el gran baile para celebrar ésto y convocaron al grupito que yo integraba para tocar. Esa noche el número fundamental fue don Ernesto Montiel con el Cuarteto Santa Ana. ¡Lleno, pero lleno el Club Curuzú!. El Cuarteto no llegó esa noche como tal sino como trío: Oscar Espíndola, Ricardo Scófano y don Montiel. Bueno, el caso es que yo tenía ya mi hinchada, mis seguidores y después que tocó Montiel lo encararon diciéndole que me tenía que escuchar, que yo era "el pollo" de Curuzú. Cuánto lo habrán hinchado los muchachos que lo llamó a Espíndola y le dijo: "decile a ese pibe si puede estar el martes que viene en Paso de Los Libres". Ahí don Montiel tenía su casa y a su madre. Entonces vino Oscar y me dijo: "¿te gustaría tocar en el Cuarteto?"
-Y vos le dijiste "¡no!" (risas).
-¡Imaginate!. Entonces me dijo: "estate el miércoles que viene a las tres de la tarde en la casa del Maestro con tu guitarrita". Era julio de 1971. Me fui a Libres y junto con el "Manteca" Espíndola nos presentamos en la casa de don Montiel. Como era hora de siesta, mi amigo me pasó un par de temas para que los repasara. Cuando Montiel se levantó, mate en mano, le dijo a "Manteca": "¿Y?, ¿cómo anda el guitarrista?" (con esa voz tan grave, tan especial que tenía don Ernesto). "Bien, bien..." le contestó Espíndola. Y llegó la prueba. Se puso a tocar. ¿Te imaginás lo que era para mí estar tocando ahí, con el Maestro Montiel?. Yo tenía 22 años, los pies me temblaban. Bueno, pasé la prueba. Y me dijo Montiel: "¿podés quedarte hasta el viernes para tocar en Mercedes?". Por supuesto le dije que no tenía ningún problema. Al otro día ensayamos con Espíndola todas las partes y debuté con el Santa Ana no recuerdo bien si el 6, 7 o el 8 de julio de 1971.
"Cuarteto Santa Ana" (1971 - Radio El Mundo, Buenos Aires).
De izquierda a derecha: Mateo Villalba, Ricardo Scófano, Ernesto Montiel y Lucas Falcón.
De izquierda a derecha: Mateo Villalba, Ricardo Scófano, Ernesto Montiel y Lucas Falcón.
-¿Y hasta cuándo integraste el Cuarteto?
-Fueron siete u ocho meses. Yo me propuse una meta: grabar con el Cuarteto, para que quedara registrado mi paso por el Santa Ana. Lo logré. El disco se editó en venilo con el nombre "De serenata". Lo tengo. Lo grabamos con Lucas Falcón, con Ramón Chávez...Músicos de mucho peso. Cuando llegó el final de 1971, me desvinculé. Y ahí comenzó mi historia con el "Palermo Trío".
-Ya establecido en Buenos Aires...
-Sí. Me vine para Buenos Aires y con trabajo. Nos fuimos con el "Palermo Trío" a hacer toda la temporada de verano de 1972 en Mar del Plata. Cuando volví de Mar del Plata enganché una gira con Antonio Tarragó Ros por toda la provincia de Misiones, bancados por Cultura provincial. Pueblo por pueblo.
-¿Cuándo te convocó "Mange" Casís por primera vez a La Paz? ¿Cuándo comenzaste a frecuentar "Cuando el Pago se hace Canto"?
-Un día llegó a Buenos Aires un chico que había tocado conmigo, Ricardo Pérez, quien hoy está radicado en Colombia. Venía de Paraná, se arrimó por mi casa y me dijo si había alguna posibilidad de tocar conmigo. Tocamos bastante tiempo juntos. Por intermedio de él, que era amigo de Casís y a quien le llevado aquel disco mío "La guitarra del chamamé", tomamos contacto, no me acuerdo si por teléfono o por carta. "Mange" me contó de su programa radial que aún tiene en La Paz. Y me preguntó si podíamos salir al aire por ese programa ya que el disco le parecía fantástico. Así comenzó la cosa.
-¿Trataste con don Linares Cardozo?
-Lo conocí a través de su obra pero no lo traté. Su personalidad me inspiró un tema al que bauticé "Linares". Acaba de ser grabado por un gran guitarrista de Paraná: Diego Espíndola. No es pariente de Espíndola del Cuarteto. Me llenó de gusto esa grabación, porque no solo es buen guitarrista sino que es entrerriano y sabe interpretar quizás mejor que nadie esta obra que le dediqué a Linares.
-¿Cómo capta tu sensibilidad artística el "espíritu entrerriano", que seguramente es diferente (ni mejor ni peor) que el correntino?
-Es que he andado tanto...Yo me he criado con entrerrianos, he andado muchísimo, he aprendido a manejar su acento, su forma de ser...Me doy cuenta cuando un entrerriano quiere determinada cosa. Compuse un tema con el Chacho Santa Cruz que se llama "Lo que el agua se llevó", dedicado a la Federación que quedó bajo el agua. Fijate si puedo o no entender a la gente entrerriana. Recuerdo que le contaba al Chacho de cuando iba a la vieja Federación con un grupo de muchachos a hacer teatro vocacional. Cuando Federación fue inundada hubo un motivo más que importante para plasmar algo. Para que no se pierda la memoria. Y en la chamarrita que compusimos con el Chacho, recordamos a personajes muy entrerrianos. Con ese tema ganamos un certamen que en su momento fue muy imporante: "Cantemos Argentina". Fue en 1980 y el tema lo interpretaron Los Hermanos Cuestas, cuando estaban en la cima de su fama. Me acuerdo que la final fue en un Luna Park lleno de bote a bote. ¡Impresionante! Lo único que me quedó de aquello fue el disco y una talla de madera que guardo.
-La "magia" continúa igual que antes, ¿no es así?
-Siempre le digo a "Mange" que no importa tanto si me acerco o no a "Cuando el Pago se hace Canto", porque siempre estoy. ¡La gente de La Paz es tan maravillosa! ¡Te recibe tan bien! Yo casi nunca toco cuando voy. Es por el respeto que le tengo a ese lugar. La primera vez que caí andaba con un grupo y me di el gusto de tocar no solamente en el escenario. Te explico. El día que vayas por allá te vas a dar cuenta de lo que es "el después del amuerzo". Siempre digo que eso es más importante que las noches en el escenario. ¡Es tan lindo ese "después"! Los músicos se muestran tal cual son. Sin ninguna pose, sin ninguna pilcha rutilante. Se olvidan del escenario. Son ellos tocando. Con un poco de oreja te das cuenta de la diferencia y los disfrutás realmente a todos. Yo aunque no vaya hablo siempre de La Paz y de ese encuentro que allí se hace todos los años. Unico en su género y con una característica muy especial: que llegan por allí figuras muy importantes pero nadie cobra un solo peso por actuar. Cuando el encuentro cumplió 25 años escribí por encargo de "Mange" acerca de esa característica y de lo auténtico que es. Y que eso tiene que prevalecer, porque si yo algún día me entero que alguien cobra, sentiré que se ha perdido toda la magia que tiene.
EVOCACIÓN DE LA TERNURA
Chamamé
Mateo Villalba y Antonio Tarragó Ros
Cuando allá en Curuzú
nos juramos amor,
tú eras niña, morena, calandria,
yo tan sólo un cantor andariego
te recuerdo...
Estribillo
Cuando la nostalgia te ponga muy triste
y falte la ternura, yo te dejo un canto.
Si quieres encontrarme en la guitarra yo estaré,
trepando madrugadas entonando un chamamé.
Pero el tiempo pasó,
ya no soy tu cantor,
y en tus brazos latiendo un capullo
que me grita que ya no eres mía,
te recuerdo...
Fuente:
Revista "Cuando el Pago se hace Canto" - Edición Nro. 28. Pags. 58-61. 2008.
Publicación anual de la Fiesta Provincial "Cuando el Pago se hace Canto", La Paz, Entre Ríos.
Editor responsable: Centro Cultural "Cuando el Pago se hace Canto".
Coordinación General: Carlos "Mange" Casís, Italia 1395, La Paz (3190) Entre Ríos, Argentina.
E-mail: carlosmangecasis@hotmail.com
tenía pensado escribir un comentario fabuloso a cerca de este excelente guitarrista, pero me tomé unas copas de más y me olvidé lo que iba a decir...
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